Creatividad en la práctica médica


La creatividad es, como afirma el educador Sir Ken Robinson, “la esencia del ser humano y de todo progreso cultural”. Robinson incluso sostiene que la creatividad debería tener la misma importancia en la educación que la alfabetización. Esta visión pone en contexto la discusión sobre el papel de la creatividad en la medicina: aunque la ciencia médica se basa en conocimientos rigurosos, el acto médico sigue siendo eminentemente humano y puede enriquecerse cuando los médicos aplican inventiva a cada caso concreto. Lejos de ser incompatibles con el método científico, la creatividad y la técnica se complementan; el médico creativo, al igual que un artista renacentista, combina el rigor técnico con la capacidad de adaptarse a situaciones nuevas, abriendo vías innovadoras en la atención sanitaria.

Paradigmas y resistencia en la formación médica

En la práctica médica tradicional, la creatividad suele relegarse frente al paradigma establecido. Los planes de estudio se enfocan en la acumulación enciclopédica de datos y la obediencia a protocolos, con escasa atención a la divergencia o la innovación. Como relata una estudiante de medicina, nadie la preparó para la “absoluta escasez de creatividad” en el currículo académico. El enfoque de memorizar y repetir puede moldear médicos eficientes en teoría, pero “¿qué rasgo es conspicuamente inexistente? La creatividad”. Esta falta de flexibilidad se manifiesta incluso en la cultura profesional: inventar o salir del reglamento a veces se considera irresponsable, cuando en realidad la rigidez excesiva puede impedir soluciones efectivas.

Esta mentalidad rígida puede llevar a tratar al paciente como una simple lista de síntomas. Danielle Ofri señala que la estandarización excesiva empuja a los médicos a aplicar planes de tratamiento de forma mecánica, ignorando las diferencias individuales de cada enfermo. En contraste, un médico creativo cuestiona lo rutinario y busca ajustar cada intervención. Por ejemplo, un profesional creativo propondría estudiar el caso como un todo y adaptar el tratamiento a las circunstancias del paciente. De hecho, como ilustra un caso clínico citado por Ofri, un paciente con síndrome de Tourette tenía tics graves que se controlaban con haloperidol, pero ese fármaco le anulaba la capacidad de tocar la batería, su pasión. El médico tradicional habría dicho “tome la medicina todos los días, viene el bien con el mal”, pero el médico creativo ideó un plan intermedio: administrar Haldol entre semana para cumplir con el trabajo y suspenderlo los fines de semana para que el paciente pudiera tocar y seguir siendo músico. Esta solución no solo fue creativa, sino también empática, al articular ciencia y humanidad.

Creatividad en la atención clínica

El ejemplo anterior muestra que la atención clínica real es más “desordenada” que lo que describen los manuales. Por ello, en el tratamiento de condiciones complejas (como la diabetes con insulina) el conocimiento del fármaco no basta: cada paciente requiere ajustes personalizados. La medicina personalizada, que hoy se considera “una de las grandes revoluciones de nuestra época”, parte precisamente de esa necesidad de diferenciar particularidades individuales y focalizar los esfuerzos terapéuticos. Un médico creativo desempeña aquí un papel trascendental al observar y ajustar las dosis, horarios y combinaciones según factores de estilo de vida o respuesta clínica.

Además, la innovación y la creatividad han sido motor de avances históricos en medicina. El Dr. Javier Zelada destaca que la aplicación de la ciencia en medicina ha dado “pasos previamente impensados” gracias a la innovación, y que “la creatividad ha permitido hacer un uso más efectivo de los recursos en salud, tanto en la resolución de problemáticas de la práctica clínica como en el desarrollo de la docencia”. En la misma línea, la Dra. Claudia de la Cruz enfatiza que a lo largo de la historia médica han sido los profesionales observadores y creativos quienes lograron grandes avances: por ejemplo, percibir el potencial de un hongo (la penicilina) y transformar así el tratamiento de enfermedades infecciosas. Estos casos históricos subrayan que la creatividad es un ingrediente central en el progreso médico: introducir variaciones, experimentar de forma controlada y cuestionar lo dado permite salvar barreras que el paradigma vigente solo no podría superar.

Beneficios y necesidad de fomentar la creatividad en medicina

La creatividad no solo impacta el avance científico, sino también la experiencia profesional. Estudios indican que los empleados creativos presentan mayor satisfacción laboral. En medicina, fomentar la creatividad entre los profesionales podría traducirse en médicos más comprometidos y realizados: al poder idear soluciones originales, el galeno siente que aporta un valor único al paciente y al sistema. Además, un enfoque creativo tiende a incorporar la dimensión humana en cada acto clínico, aumentando la empatía y la calidad percibida del cuidado. Un médico creativo no solo sigue protocolos, sino que adapta su atención a las circunstancias de cada paciente, lo que mejora los resultados clínicos y la experiencia del paciente, además de generar sentido de logro en el propio profesional.

Por todo ello, el desarrollo de la creatividad debería ser un objetivo explícito en la formación médica y en la práctica cotidiana. Los tiempos actuales, que demandan innovación constante (por ejemplo, en salud digital o terapias avanzadas), requieren médicos capaces de “nadar contracorriente” de la burocracia y pensar fuera de lo establecido. Solo así se respetará la complejidad del ser humano enfermo y los principios del humanismo médico. Como concluye Awori, en la medicina debemos ser creativos por nuestros pacientes: “la creatividad es un acto de empatía”. En resumen, lejos de ser un lujo, la creatividad es esencial para que los médicos hallen mayor satisfacción en su labor y efectividad en los tratamientos. Fomentar la inventiva en la medicina permitirá avanzar hacia una atención más personalizada, humana y eficaz.

Referencias: Ken Robinson & Lou Aronica (2015) Escuelas creativas: The Grassroots Revolution...; Poorna Sreekumar (2016), Injecting a Dose of Creativity into Medicine; Jonathan Awori (2015), Do you want your doctor to be creative?; Javier Zelada y Claudia de la Cruz (2021), Innovación y creatividad: Pilares de la medicina moderna; Caroline Brookfield (2022), The Secret to Job Satisfaction?.

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