Como seres humanos

Como seres humanos, todos somos iguales,
y tenemos derecho a ser tratados y amados por lo que somos,
independientemente de las circunstancias
que nos hayan llevado, entre dificultades,
a estar en tal o cual situación.

Como seres humanos, nacemos con millones de posibilidades.
Posibilidades que a veces se cierran entre sueños naufragados
y dolorosos olvidos, pero siempre… posibilidades.

Como seres humanos, tenemos múltiples oportunidades de mejorar,
de crecer, de exhalar aire puro,
de ser cada vez más instruidos,
de amar más y mejor.
Tenemos derecho a que el amor que sentimos por la vida y por el mundo
se derrame sobre nuestros semejantes,
sobre aquellos que creemos que poco lo merecen,
sobre los victimarios, sobre las víctimas,
sobre quienes sufren, sobre quienes soportan el frío y el hambre,
sobre los olvidados,
sobre los adultos mayores que, en su amnesia,
terminan por olvidar que pocos los recuerdan,
sobre los niños criados a la intemperie,
soñando con un amor merecido que nunca les fue dado,
sobre aquellos que han crecido bajo puentes
y han sido amamantados en el humo de icopor y pasta básica.

Como seres humanos, todos somos iguales
y tenemos derecho a tener esperanza,
a soñar con una salud universal
que cure los vejámenes de la injusticia y de la insolidaridad.

Como seres humanos, todos somos iguales,
y tenemos el derecho a vivir en paz,
en una paz verdadera y duradera
que se manifieste en corazones sin odio,
y sin el miedo que este engendra.
Tenemos derecho a buscar esa paz
desde el instante en que abrimos los ojos
y vemos cómo la mañana, con su hálito de luz,
nos saluda en un nuevo día.
Tenemos derecho a escuchar a las aves
entonar sus cortejos sonoros,
en coro con las ramas del ciprés
delicadamente sacudidas por el viento.

Como seres humanos, todos somos iguales
y tenemos derecho a disfrutar de la tierra y sus colores,
a descalzarnos de nuestras obligaciones
y sentir la materia viva bajo los pies,
a enraizarnos en esa tierra que pisamos
sin percibir su poder y que no pocas veces menospreciamos.

Tenemos derecho al aire que respiramos,
a que no sea contaminado por polución ni por ruido.
Tenemos derecho a valorarlo,
como ese bien que nos sostiene varias veces por minuto.
Ese preciado bien.

Tenemos derecho a tener sed,
a beber agua pura y cristalina,
a cuidar el agua, a valorarla,
a apreciarla como el recurso sagrado que es.
Tenemos un limpio derecho.

Tenemos derecho a amar a nuestra familia,
a ayudarlos en sus errores,
a levantarlos de sus caídas.
Tenemos ese derecho de amar y de ser amados,
de ser respetados y comprendidos,
de ser tenidos en cuenta,
de ser escuchados,
de ser aconsejados.

Así es, queridos lectores:
tenemos estos y muchos derechos más,
pero sobre todo,
tenemos el derecho más profundo y esencial:
el de ser queridos y apreciados
por lo que todos somos:
seres humanos investidos de dignidad.

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