La Teoría del Origen Divino del Poder en la Historia y su Expresión en Colombia: Conservadurismo, Jesuitas y Desarrollo Social
Introducción
La teoría del origen divino del poder sostiene que la autoridad de los gobernantes proviene directamente de Dios y que el poder político es una manifestación de la voluntad divina. Este concepto ha sido un pilar en la legitimación del poder en diversas sociedades a lo largo de la historia, justificando la monarquía y otras formas de gobierno teocrático (Bossuet, 1709). La base doctrinal de esta teoría se encuentra en la Biblia, donde se establece que la autoridad es otorgada por Dios: “Sométase toda persona a las autoridades superiores, porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas” (Biblia de Jerusalén, 1998, Romanos 13:1).
En América Latina y Colombia, esta idea tuvo un papel central durante la colonia, con la Iglesia como una institución fundamental en la configuración del orden social y político. Durante el período colonial, el rey de España era visto como un monarca elegido por Dios para gobernar sus territorios, lo que otorgaba legitimidad a la Corona y justificaba su dominio sobre los indígenas y criollos. Posteriormente, en la historia republicana de Colombia, el pensamiento conservador ha mantenido la idea de la estrecha relación entre Iglesia y Estado, defendiendo la moral cristiana como principio rector de la sociedad (Gutiérrez, 2008).
Sin embargo, también dentro de la Iglesia han existido corrientes que han promovido el desarrollo social y la diversidad cultural, siendo los jesuitas un ejemplo de cómo la religión puede actuar no solo como un mecanismo de control, sino también como un motor de transformación social (Mejía, 2015). A su vez, la Iglesia ha desempeñado un papel más allá de las instituciones estatales, construyendo un orden moral basado en el respeto al otro, la solidaridad y la esperanza, lo que le ha permitido sostener su influencia en la sociedad incluso en tiempos de crisis.
Este ensayo explorará la evolución de la teoría del origen divino del poder, su impacto en la historia de Colombia, la influencia del pensamiento conservador en la política colombiana y cómo la labor de los jesuitas ha generado una visión alternativa dentro de la Iglesia, promoviendo el desarrollo y la inclusión social. Finalmente, se reflexionará sobre la función trascendental de la Iglesia en la sociedad y los riesgos de su politización.
1. Origen y Evolución de la Teoría del Origen Divino del Poder
La idea de que el poder proviene de Dios tiene raíces en la Antigüedad y la Edad Media. En la Biblia, diversos pasajes justifican la obediencia al gobernante como parte del orden divino. Además de Romanos 13:1, otros textos refuerzan esta idea, como en el Libro de Daniel, donde se afirma: “Él cambia los tiempos y las edades, depone a los reyes y entroniza a los reyes” (Biblia de Jerusalén, 1998, Daniel 2:21).
Durante la Edad Media, la Iglesia Católica consolidó esta visión, especialmente a través del pensamiento de San Agustín y Santo Tomás de Aquino. Sin embargo, fue Jacques-Bénigne Bossuet, un teólogo francés del siglo XVII, quien formuló la doctrina más acabada sobre la monarquía de derecho divino en su obra Política sacada de las palabras de la Escritura Santa (1709), argumentando que los monarcas son elegidos por Dios y que el pueblo no tiene derecho a cuestionar su autoridad.
En América Latina, este principio fue adoptado por la monarquía hispánica, consolidando el poder de la Corona española sobre sus colonias. La evangelización fue un instrumento clave para justificar el dominio español, pues se concebía que los indígenas debían ser convertidos al cristianismo bajo la guía del rey, visto como un representante de Dios en la Tierra (Mejía, 2015).
2. La Figura Trascendental en la Colonia: El Rey y la Iglesia como Autoridad Suprema
Durante la época colonial en Colombia (siglos XVI-XVIII), la figura del rey de España era considerada sagrada, ejerciendo su poder como representante de Dios. A través del Patronato Regio, la Corona tenía el control sobre los asuntos eclesiásticos, lo que le permitía nombrar obispos y supervisar la evangelización (Gutiérrez, 2008).
En este contexto, la Iglesia no solo cumplía una función religiosa, sino que también regulaba la educación, la vida cotidiana y las estructuras de poder. Sin embargo, dentro de la misma Iglesia surgieron grupos con enfoques distintos, como los jesuitas, quienes promovieron una educación avanzada y una relación más cercana con las comunidades indígenas y afrodescendientes. Aunque la Corona los expulsó en 1767, su legado en la formación de pensamiento crítico y social persistió en el país (Mejía, 2015).
3. La Vertiente Conservadora en Colombia: Religión, Poder y Estado
Con la independencia de Colombia (1810-1819), la teoría del origen divino del poder perdió parte de su influencia con la llegada de las ideas republicanas y liberales. Sin embargo, el Partido Conservador, fundado en 1849, promovió una visión de la política en la que la religión seguía desempeñando un papel central en la moral pública y la legislación (Gómez, 2021).
Si bien esta alianza fortaleció el orden social en ciertos periodos, también generó tensiones entre la visión trascendental de la fe y su instrumentalización política. Como se verá en la siguiente sección, el poder de la Iglesia no radica en su asociación con el Estado, sino en su capacidad de ofrecer sentido y esperanza en tiempos de crisis.
4. Reflexión: La Iglesia más allá del Estado y la Politización de la Fe
Históricamente, la Iglesia ha jugado un papel fundamental en la sociedad no solo como una institución de poder, sino como un espacio de construcción moral y social. La fe cristiana no solo ha ofrecido una justificación para el gobierno, sino que ha sido un fundamento para la solidaridad, el respeto por el otro y la ayuda al necesitado. Este aspecto es crucial para entender la influencia de la Iglesia más allá de sus relaciones con el Estado.
En momentos de crisis, como conflictos armados o crisis económicas, la Iglesia ha sido un refugio de esperanza y un motor de acción social. Su poder no reside en su capacidad para dictar leyes o controlar instituciones estatales, sino en su capacidad para generar sentido en tiempos de incertidumbre y fomentar el trabajo comunitario.
Sin embargo, la politización de la religión ha llevado en algunos casos a su instrumentalización, reduciéndola a una herramienta de poder en lugar de un espacio de trascendencia y encuentro con el otro. La fusión entre gobierno y religión puede ser un error, pues la política se rige por el poder temporal, mientras que la fe busca una comprensión más profunda de la vida y el sufrimiento humano.
Conclusión
La teoría del origen divino del poder ha sido una justificación histórica del dominio político y social, consolidando la autoridad de monarcas y gobernantes con el respaldo de la Iglesia. Sin embargo, la Iglesia ha desempeñado un papel más amplio en la sociedad, estableciendo valores morales que promueven la solidaridad, el respeto y la dignidad humana. Su poder no radica en su relación con el Estado, sino en su capacidad para generar esperanza y orientar la vida de las personas más allá de sus realidades materiales.
La politización de la religión puede ser un error, ya que mezcla dos dimensiones distintas de la existencia: el gobierno, basado en la administración del poder, y la fe, que busca comprender el sentido de la vida y el sufrimiento humano. La Iglesia, en su rol más trascendental, tiene un impacto que va más allá de la política y que perdura en la historia.
Referencias
Biblia de Jerusalén. (1998). Biblia de Jerusalén: Edición latinoamericana. Desclée de Brouwer.
Bossuet, J.-B. (1709). Política sacada de las palabras de la Escritura Santa. París.
Gómez, J. (2021). El pensamiento conservador en Colombia: Tradición y transformación. Universidad de los Andes.
Gutiérrez, F. (2008). Historia política de Colombia: El papel de la Iglesia y el Estado. Editorial Norma.
Mejía, R. (2015). Los jesuitas en América Latina: Educación y cultura en la colonia. Pontificia Universidad Javeriana.
Pécaut, D. (2008). Orden y violencia en Colombia. Editorial Planeta.
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