La ansiedad: más que un miedo crónico, un llamado a la introspección

La ansiedad puede sentirse como un impulso irrefrenable de huir: ya sea corriendo a otro lugar, precipitándonos para terminar algo rápido o buscando la perfección para evitar críticas. Es como si el tiempo se volviera enemigo y el espacio perdiera sentido, mientras nuestra mente fantasea con una playa lejana o con ciudades desconocidas donde, en teoría, la angustia no existiría.

Sin embargo, la ansiedad también es una invitación al descubrimiento. Nos empuja a formular preguntas difíciles y a explorar territorios internos que a veces preferimos ignorar. En ese sentido, más que un simple miedo crónico, se convierte en un camino para conocernos mejor. Podemos apoyarnos en la medicación, que reduce el impulso de huir, y en terapias que nos enseñan a respirar con consciencia, a planificar y a reencontrarnos con la calma. Pero el verdadero cambio ocurre cuando dejamos de posponer la confrontación con nuestros temores y nos atrevemos a mirar de frente aquello que nos amenaza desde dentro.

Por eso, al sentir la agitación y el miedo, conviene detenerse un instante, respirar hondo y exhalar lentamente contando hasta seis. Conectarnos con los sonidos que nos rodean y, en ese silencio, preguntarnos con honestidad: “¿Qué me pasa?”. De esa respuesta, aunque sea mínima, surge la pista para los próximos días: la clave para dejar de huir y, en cambio, enfrentar lo que nos inquieta. Al fin y al cabo, la ansiedad no desaparece por completo, pero sí puede transformarse en una fuerza que nos impulsa a descubrir quiénes somos y quiénes queremos llegar a ser.

Comentarios

Entradas populares