Declaración de Principios: Virtud y Moral como Guías de Vida

En la vida, el verdadero temor no debe ser a la muerte, pues esta es una certeza inevitable que llega sin aviso. El miedo genuino debe residir en el riesgo de ser una mala persona: mezquino, egoísta y deshonesto. Vivir alejados de la virtud y la moral es una pérdida irrecuperable del propósito humano más elevado.

Por ello, elevo mi plegaria a Dios, pidiendo que me alcance el final con el alma tranquila, habiendo decidido cada acción bajo el criterio de lo correcto y lo justo. Prefiero que mi vida sea el reflejo de valores íntegros y de decisiones conscientes que contribuyan al bien, antes que ceder a la tentación de riquezas o logros obtenidos a costa del daño propio o ajeno.

Sostengo, además, que el mayor peligro no yace en las acciones descaradamente malas, sino en aquellas que disfrazan el mal como bien. Rechazo cualquier camino que implique transgredir principios éticos bajo el pretexto de un beneficio aparente.

Por ello, reafirmo que mi vida y mis decisiones se fundamentan en la virtud y en la moral. Primero el deber ser, luego lo que me toque. No vale la pena corromper el alma ni traicionar el espíritu por bienes materiales o ambiciones pasajeras. No soy perfecto, pero si honesto en mi finalidad, y hace muchos años que intento construir, no sin altibajos, ni retrocesos, estos objetivos. Y estoy seguro, que nadie me va comprar, ni alterar mi decisión, así me ofrezcan millones de dólares. Porque la plata es temporal, como los bienes que trae.


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