La Balanza del Poder: ¿Ideología o Integridad?
En las ideologías de derecha encontramos tanto buenos como malos dirigentes. Algunos trabajan genuinamente por el orden y el bienestar de la sociedad, mientras que otros, utilizando ese mismo discurso, actúan en beneficio propio, incurriendo en delitos como el robo, la mentira y la manipulación, moldeando el Estado según sus intereses personales.

En la izquierda sucede lo mismo. Algunos líderes promueven la equidad y luchan por una sociedad más justa, pero también existen quienes, bajo esa bandera, cometen actos deshonestos como fraudes y robos, torciendo los principios que dicen defender para favorecer sus propios objetivos.
El centro no es la excepción. Algunos abogan por un equilibrio entre equidad, bienestar y desarrollo, integrando diversas tendencias ideológicas. Sin embargo, también hay quienes, pretendiendo no alinearse con una ideología específica, terminan representando las posturas más polarizadas. Usan discursos falaces, llenos de argumentos atractivos, pero con un desconocimiento significativo de la realidad social. Estos líderes engañan, mienten, practican el clientelismo y cambian de partido con facilidad en función de sus propios intereses.
En mi humilde opinión, el problema no reside en la ideología, sino en las personas. Lo esencial es la honestidad, la capacidad de trabajar por el bien común, la coherencia, y el compromiso de no mentir ni manipular. Sin importar la tendencia ideológica, el desafío es el mismo: lidiar con personas poco idóneas. Hay "delfines" sin mérito alguno, otros que compran sus curules, algunos que las ganan a través de memes tras una carrera como youtubers, y muchos más que, a pesar de una gestión cuestionable, son reelegidos por votantes que no se toman el tiempo de evaluar si su voto realmente está siendo bien empleado.
La solución, más allá de las ideologías, requiere ciudadanos críticos que evalúen a sus representantes y exijan una política basada en principios y méritos.
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