Redefiniendo la Conexión: ¿Pueden las Mascotas Ser Inteligentes y Promover la Salud? Una Aproximación Innovadora

 El antropomorfismo, que ha sido criticado desde los tiempos de Francis Bacon como una proyección inadecuada de los comportamientos humanos en la naturaleza, ha llevado a una visión fragmentada y limitada de los seres vivos. Esta crítica surge de la idea de que, al atribuir características humanas a la naturaleza, se oscurece su verdadera esencia y se obstaculiza su comprensión objetiva (Merchant, 1980). Sin embargo, esta crítica puede estar basada en una concepción reduccionista y mecanicista de la naturaleza, que separa lo humano de lo natural.

Humberto Maturana, biólogo y filósofo chileno, señala que incluso el lenguaje, una característica profundamente humana, es una manifestación biológica. Esta afirmación sugiere que el error radica en intentar aplicar un razonamiento matemático e instrumental al estudio de los seres vivos, tratándolos como máquinas desprovistas de conciencia o subjetividad (Maturana & Varela, 1987). Este enfoque no solo es limitado, sino que también justifica la instrumentalización de los seres vivos, como si fueran objetos de laboratorio carentes de valor intrínseco.

En lugar de esto, es más apropiado adoptar una interpretación biológica que reconozca que, como seres biológicos, nuestros pensamientos y funciones están intrínsecamente conectados con el mundo natural. Desde esta perspectiva, siempre habrá un nivel subjetivo y biológico en nuestra interpretación de la naturaleza. La visión mecanicista, heredada de Bacon y otros pensadores del siglo XVII, es una aproximación que puede resultar insuficiente para comprender la complejidad del mundo natural (Capra, 1996). En su lugar, la relación entre los seres vivos y su entorno ofrece un modo de comprensión más profundo y significativo.

Buscar emociones y raciocinio en los animales, así como profundizar en el estudio de la microbiota y su relación con la conciencia, son enfoques que revelan la riqueza de las interacciones biológicas (Keller, 2014). Estos estudios no solo aportan a la comprensión de los seres vivos en su contexto ecológico, sino que también destacan la importancia de la observación y la comunicación con ellos como métodos de investigación.

Por ejemplo, la interacción entre humanos y animales domésticos, como perros y gatos, ofrece un terreno fértil para explorar la generación de salud. Estos animales, al ser parte de la vida cotidiana de muchas personas, no solo cumplen funciones de compañía, sino que también pueden influir en la salud física y emocional de sus dueños (Beck & Meyers, 1996). La relación entre humanos y animales va más allá de una mera descripción anatómica o fisiológica; se trata de un intercambio de emociones, cuidados y bienestar.

En resumen, al estudiar a los seres vivos desde una perspectiva que considere sus capacidades autopoiéticas y cognitivas, se puede obtener una comprensión más completa de su rol en los ecosistemas y en nuestras vidas. Esto sugiere que es posible aprender tanto de su comportamiento como de su interacción con nosotros, más allá de las herramientas tradicionales de la ciencia. La relación entre humanos y animales, por ejemplo, puede ser una fuente valiosa de conocimiento sobre la salud, el bienestar y la conciencia compartida en el mundo natural.

Referencias:

  • Beck, A. M., & Meyers, N. M. (1996). Health enhancement and companion animal ownership. Annual Review of Public Health, 17, 247-257.
  • Capra, F. (1996). La trama de la vida: Una nueva perspectiva de los sistemas vivos. Editorial Anagrama.
  • Keller, E. F. (2014). From gene action to reactive genomes. The Journal of Physiology, 592(11), 2423-2429.
  • Maturana, H. R., & Varela, F. J. (1987). El árbol del conocimiento: Las bases biológicas del entendimiento humano. Editorial Universitaria.
  • Merchant, C. (1980). The Death of Nature: Women, Ecology, and the Scientific Revolution. Harper & Row.

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