Miseria Teo-histórica

 El tema de la miseria es el centro del discurso político actual, que se basa en el miedo a la pobreza, por un lado a nunca superarla y por el otro a llegar a ella, lo hace ver como una condición de vida o muerte, legitima la violencia como una vía para conseguir un fin, destruyendo estructuras que son fundamentales para la sociedad, como el tejido social, el reinante desorden de estos cambios intempestivos y repletos de municiones, deja seriamente averiado el orden, por lo que el orden emergente emplea la misma estrategia con la que se instauró en el poder, cohesionar las personas por la violencia en torno a un único fin (totalitarismo).

Entre el bueno y el malo estamos todos los seres humanos, verse en su totalidad moral en uno de los dos extremos es una ficción, ver a otros así lo es también, nadie es 100% malo ni 100% bueno, nadie es 100% culpable ni 100% inocente. Una base moral sólida adviene de ser capaces de reconocer los errores, de corregirlos y de aprender de ellos. No de cometerlos una y otra vez culpando a los demás de su falta de sentido de común, algunos ejemplos de argumentación errada son, "el mundo está mal por los infieles a Dios (islam) y por lo tanto Dios justifica su muerte" como dicen los radicales árabes, o "los pobres son pobres por problemas morales, porque no han sabido salir a buscar lo propio, por perezosos, por que se la quieren ganar fácil de las personas trabajadoras, ¡libertad carajo!, como dice el recién electo presidente Argentino.

En estos discursos se construye una postura como buena por hacer ver las otras posturas como malas, desde una posición de amor por unos y de odio por otros, como el final de un partido de fútbol, donde hay perdedores y hay ganadores, es decir, la realidad de su discurso y la fuerza viene de oponerse al otro, entonces el conocimiento surge de no ser como el opositor. Como si no existieran las ciencias sociales, como si no hubiera un consenso mundial sobre la paz, como si no existieran necesidades en salud pública emergentes, como si no hubiera una realidad que nos muestra lo vulnerable que es la sociedad tal como la tenemos diseñada.

Haciendo una comparación con el lenguaje médico, pensar así, es el equivalente a decir que la sociedad no tiene fisiología, un orden, una naturaleza, miles de funciones sin las cuales hoy día no pudiéramos sobrevivir, entonces ante tal escenario de omisión o de visión fragmentada de la sociedad,  se puede pensar confiando en la inteligencia, que la indigencia y el sufrimiento que se riega en las calles no pertenece al mundo de los privilegiados, es más, si están pobres es porque ellos se lo buscaron.

 Pero la realidad de un mundo globalizado, es que cosas tan aparentemente absurdas como que alguien se coma un murciélago en China, puede hacer que la economía mundial colapse y mueran millones de personas, la sociedad no es un ente aislado, por eso un virus puede acabar con todo, la fisiología de una persona en China afecta las fisiologías del resto del mundo, hoy como en ningún otro momento de la historia somos una sola fisiología. Eso deja algo muy claro, que buscar la salud en el mundo incluye ser civilizados, avanzar todos juntos como sociedad. 

Despreciar al otro, solo suscita desprecio, desprecio que termina por hacerse una revuelta popular. Matar al otro, suscita venganza y esto un conflicto en donde la vida del otro es un peligro para la integridad personal justificando así su muerte. Por el contrario, entendernos como sociedad conectada, nos lleva  a buscar un cambio que disminuya la inequidad y por tanto las brechas del conflicto, como voy a tener paz, si el mundo que habito peligra por un murciélago que transmite un virus, tragedia que a parte pudo ser evitada, es fácil reconocer para un médico que en el cuerpo humano con un solo dedo infectado es posible la muerte, si es de estirpe contagiosa el microorganismo pueden cambiar la sociedad entera tal como la conocemos. Entonces si  el 50 % de la población sobrevive del trabajo informal, tenemos la espalda enferma, miremos como la sanamos, no se puede extirpar la espalda sin extirpar el pecho, eso sería suicida, sanarla es labor y conveniencia de todos.  

De esta reflexión con matices  filosóficos, surge un planteamiento ético, que asume que la miseria la causa la inequidad y que está cuando se reduce solo a sus características descriptivas, nunca va a desaparecer, no se puede ver, porque entonces la miseria sería causada por ella misma como algo que no depende de nada más. Como si por ejemplo, el desplazamiento humano en Colombia, asidero de los cordones de miseria en las grandes ciudades, no tuviera un conflicto bélico impreso, una raíz en donde de hecho se comprende que la miseria empezó por la mala organización de un país, que de una guerra civil paso a otra, hasta desembocar en una violencia bipartidista y después pseudocomunista/capitalista.

Entonces comprendiendo la dinámica de los años 90 y principios del 2000 en el país con el enfrentamiento ejercito/guerrilla/paramilitares, es claro que la pobreza de un porcentaje importante de colombianos viene de la violencia y la injusticia, lo que hace comprender porque las personas votan los discursos que prometen seguridad y también como esta se puede relacionar con la pobreza. Por lo tanto en Colombia la miseria corresponde a una realidad histórica no reparada, de personas indefensas desplazadas, que en la miseria de las ciudades se volvieron algunos delincuentes, consumidores, pandilleros, guerrilleros, paramilitares como en la comuna 13 de Medellín, o en los barrios más poblados de Bogotá. Por lo tanto, el tejido social en Colombia se fragmenta, se dispara en las calles, con atracos, con limpieza social, pandillas, violencias sexuales, se degenera al punto de ver barrios enteros consumidos en la miseria y el caos humano, como lo fue el Cartucho que tenia sucursal en cada ciudad del país. Esos barrios no surgieron al azar, tienen una explicación social, la miseria se comía viva a las ciudades y degeneraba a su paso lo que encontraba, el narcotráfico hacia estragos, el desorden político, un poder ejecutivo impotente y el incremento dramático de la pobreza por el desplazamiento forzado del campo. 

Esa hecatombe de cambios ilustra los movimientos que señalan las opciones de solución, tanto del conflicto armado como de la miseria que viene consumiendo el país. Para plantear una solución, existe la posibilidad de fomentar una cultura más abierta desde una política de la solidaridad y la paz, que cree  estamentos para investigar y decidir sobre la manera en que se pueda reconstruir el tejido social, también fomentar una cultura cívica basada en una ecología, tanto humana, como natural. En la medida que las personas de los extremos sociales se acerquen, también los elementos culturales positivos se reafirman, en un sentido metafórico es como si la miseria y la oligarquía económica fueran la pólvora del conflicto, pero entre ciudadanos con un fin y una responsabilidad cívica común este tipo de diferencias económicas no limitarían, o el respeto humano del uno por el otro. Es necesario garantizar el respeto a los derechos y las posibilidades de garantías para todas las personas del país sin ningún tipo de diferencia, ni de posibilidad de ventaja por diferencia económica, en lo que respecta a servicios que sean públicos, así como un educación pensada para las condiciones culturales para la solidaridad y la paz. 

Es coherente con el evangelio, Ama a Dios sobre todas la cosas y a tú prójimo como a ti mismo, como más va existir un reino de Dios sino es con toda su creación incluida, a su vez darle menos poder que ese, es herejía, el creador de unos pocos no es Dios, si algo se acerca a su poder es que creo el universo, su principio y su final, así como todo lo que contiene, despreciar algo por insignificante que sea es despreciar su poder, despreciar un ser humano es despreciarlo a Él, matar un ser humano es matarlo a Él en el propio corazón, recorrer la historia sin el privilegio de su presencia y vivir sin él, es el infierno, ver la muerte cada día acechando en cada esquina, porque la vida produce vida y la muerte produce muerte, quien piensa que su vida es de la vida (Dios), vivirá. 

Quien piensa que su vida es para terminar en una eternidad de muerte (la mortalidad humana), morirá.  

Como no es posible ir a la muerte y volver, entonces nadie puede decir que existe tal suceso, es decir, dejar el cuerpo físico puede ser otra fase de la vida en otro plano como no serlo, todo lo que especulemos sobre esto es proyectivo, es decir, es el camino que vamos a seguir cada que esté en riesgo la vida, el de construir un mundo mejor así no estemos o el de destruir todo porque al fin y al cabo con la muerte todo termina y que importa los que queden. Más es obvio cual de los dos caminos construye tejido social y un futuro, y cual detona guerras y es distópico.


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